"Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían" (Nahúm 1:7).
En medio del caos y la incertidumbre, este versículo surge como un recordatorio poderoso: Dios no solo conoce tu situación, sino que comprende exactamente cómo te sientes. El profeta Nahúm pronunció estas palabras en un contexto de juicio sobre Nínive, pero en medio del mensaje de advertencia, brilla esta verdad eterna: Dios es bueno y es refugio seguro para los que acuden a Él en sus momentos más oscuros.
Cuando decimos que Dios "conoce" a los que en Él confían, el término hebreo usado es "yada", que va más allá de un conocimiento intelectual. Implica un entendimiento íntimo, personal y compasivo, como el de un padre que reconoce el llanto de su hijo entre miles de voces. No estás solo en tu dolor. Dios no es un espectador distante; Él está involucrado en cada detalle de tu vida y siente contigo cada herida, cada lágrima y cada momento de desaliento.
En los días de angustia, cuando las fuerzas flaquean y las respuestas no llegan, este versículo nos anima a recordar dos verdades fundamentales: 1) La bondad de Dios no cambia según las circunstancias (Él es bueno incluso cuando la vida no lo parece), y 2) Su fortaleza se perfecciona en nuestra debilidad (2 Corintios 12:9). No tienes que fingir que todo está bien delante de Él. Puedes clamar, cuestionar y derramar tu corazón, porque Él ya sabe lo que hay dentro de ti y te recibe con amor incondicional.
Para reflexionar hoy: ¿Qué angustia estás cargando en silencio? Dios te invita a soltarla ante Él. Como dice el Salmo 62:8: "Derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio". No importa cuán profundo sea tu dolor o cuán grande sea tu confusión, Él no solo te escucha, te entiende. Y en ese entendimiento divino, encontrarás la fortaleza para seguir adelante, porque el mismo Dios que es juez justo (como muestra Nahúm) es también Padre amoroso que camina a tu lado en cada batalla. Tú le importas, y Él jamás te dejará sin sostén.

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