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El Secreto de la Fortaleza Interior

En medio de un mundo que nos exige cada vez más, muchos nos sentimos como si nuestras fuerzas se agotaran. La fatiga física, emocional y espiritual parece ser una constante en nuestra vida moderna. Sin embargo, el profeta Isaías nos revela un principio divino transformador: "Pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán" (Isaías 40:31). Este versículo no es solo un bello poema, sino una promesa práctica para quienes aprenden el arte de esperar en Dios.

La palabra hebrea traducida como "esperar" (qavah) implica una espera activa, como cuando se tensa una cuerda, acumulando energía potencial. No es una espera pasiva, sino una actitud de confianza expectante. El texto contrasta a los jóvenes que se fatigan (versículo 30) con aquellos que, independientemente de su edad física, encuentran una fuente sobrenatural de energía. Las águilas mencionadas no dependen de su propio esfuerzo para volar, sino que aprovechan las corrientes de aire ascendente. Así nosotros, cuando aprendemos a "montarnos" en las corrices del Espíritu, descubrimos que nuestra jornada deja de ser agotadora para convertirse en un vuelo sostenido por la gracia divina.

Esta promesa tiene tres niveles de manifestación: primero, "nuevas fuerzas" para quienes sienten que han llegado al límite; segundo, la capacidad de "correr" sin desfallecer ante las carreras cortas de la vida (proyectos urgentes, crisis momentáneas); y tercero, el don de "caminar" sin fatiga en el trayecto largo de la vida cristiana. Muchos podemos sprintar ocasionalmente, pero el verdadero milagro es mantener el paso día tras día, año tras año. La clave está en ese esperar en Jehová que renueva nuestra perspectiva, nuestra energía y nuestro propósito.

Aplicación práctica: Comienza tu día con unos minutos de quietud ante Dios, no para presentarle tu lista de peticiones, sino simplemente para esperar en Él. Permite que Su presencia sea el viento bajo tus alas hoy. Cuando sientas el cansancio, recuerda que el mismo Dios que sostiene a las águilas en el aire quiere sostenerte a ti en cada paso de tu jornada. La verdadera fortaleza no proviene de nuestra capacidad de esforzarnos más, sino de nuestra disposición a depender más profundamente de Aquel que nunca se cansa ni se fatiga.


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