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El gran mandamiento | Comentario Biblico - Deuteronomio capítulo 6

¡Hola! Soy Damián Méndez y estás en el canal de Leamos la Biblia. Estamos comentando el libro de Deuteronomio por capítulo y hoy nos corresponde hablar sobre el capítulo 6. Si no has escuchado el comentario a los capítulos anteriores, en la descripción de este video te dejaré el enlace a la lista de reproducción, puedes escucharla mientras conduces, trabajabas o hace cualquier otra actividad.


En este comentario estudiaremos el gran mandamiento y las exhortaciones a la obediencia que hace Moisés ante el pueblo de Israel. Haremos una lectura del capítulo y luego desarrollaremos el comentario por versículos. Así que, comencemos:

El gran mandamiento

1 Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; 2 para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. 3 Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres. 4 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 5 Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.

Exhortaciones a la obediencia

10 Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, 11 y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, 12 cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. 13 A Jehová tu Dios temerás, y a él sólo servirás, y por su nombre jurarás. 14 No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos; 15 porque el Dios celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Jehová tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la tierra.

16 No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah. 17 Guardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado. 18 Y haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien, y entres y poseas la buena tierra que Jehová juró a tus padres; 19 para que él arroje a tus enemigos de delante de ti, como Jehová ha dicho.

20 Mañana cuando te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y estatutos y decretos que Jehová nuestro Dios os mandó? 21 entonces dirás a tu hijo: Nosotros éramos siervos de Faraón en Egipto, y Jehová nos sacó de Egipto con mano poderosa. 22 Jehová hizo señales y milagros grandes y terribles en Egipto, sobre Faraón y sobre toda su casa, delante de nuestros ojos; 23 y nos sacó de allá, para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres. 24 Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy. 25 Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado.

Los versículos 1-3 nos muestran el propósito de la ley que Moisés está declarando a oídos del pueblo. Recordemos que esta generación está a punto de entrar a la tierra prometida y Dios quiere que pasen a poseerla con un corazón obediente; así que Moisés continúa enfatizando sobre el hecho de que la ley no era para ser simplemente escuchada, sino que, debían ponerlas por obra en la tierra que pronto pasarían a habitar.

Memorizar las leyes y enseñarlas a sus hijos, haría que toda la comunidad, por generaciones, temiera a Jehová, pero no un temor de miedo, sino de obediencia y respeto al Señor; esta sería la garantía de una vida llena de bienestar, prosperidad y durabilidad.

La obediencia a Dios trae bendición no solo a la persona de manera particular, sino que esa bendición también alcanza a su familia. Una madre a la que sus hijos son obedientes, será una mujer dichosa y con un corazón alegre, dormirá tranquila y tendrá salud y paz mental. Todo lo contrario, a aquella madre a la cual sus hijos no obedecen.

La expresión “tierra que fluye leche y miel” que vemos en el versículo 3, aparece varias veces en Deuteronomio, podemos encontrarla en el 11:9; 26:9, 15; 27:3; 31:20. El pueblo de Israel había vivido unos 400 años en esclavitud en tierra de Egipto, luego llevaban unos 40 años caminando por el desierto, así que llegar a una tierra fértil que le proveyera alimentos, tanto al pueblo como a su ganado, una tierra en la que ellos prosperarían y serían multiplicados, era la tierra deseada, la tierra que fluye leche y miel.

En los versículos 4-9 tenemos el gran mandamiento. El versículo 4 contiene la declaración de fe más importante para el judaísmo. Es conocido como el Shemá. En hebreo lo leemos así:

Semá Israel, Adonai Eloheinu Adonai Ejad.

Escucha Israel, el Eterno nuestro Dios, el Eterno es uno. Para los judíos es la declaración de fe más importante de toda la Biblia, la cual ha acompañado al pueblo de Israel, de generación en generación, convirtiéndolo en su lema desde siempre. Se les enseña a los niños desde que empiezan a hablar y se dice aun en el lecho de muerte, como una simbología de principio a fin. Se inicia el día al levantarse con esta declaración y se finaliza el día al acostarse con la misma declaración. Para el pueblo judío, esta es la síntesis de todo el mensaje divino para toda la humanidad. El pueblo de Israel debía prestar mucha atención al llamado de Dios y a la declaración de unicidad de Dios “Adonai ejad”, el Eterno es uno, ya que, al estacionarse en la tierra de Canaán, ellos estarían rodeados de pueblos que tenían muchos dioses de piedra, de barro, de madera, bronce y hasta de oro, a los cuales adoraban, pero Israel debía tener bien claro que su Dios era uno solo, al cual debían amar con todo el corazón, el alma y las fuerzas. Al involucrar el corazón, se está integrando la voluntad, el razonamiento y la mente de cada persona. El amor no debía ser una simple emoción del corazón, sino una decisión de obedecer. Amar a Dios significa someterse a él y cumplir sus mandamientos. El propio Jesús dijo en Juan 14:15: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”.

El concepto de alma (nefesh en hebreo) para el A.T. representaba los sentimientos y los deseos del ser humano. Amar a Dios con toda el alma significaba que cada israelita debía colocar su vida y todos sus deseos en las manos de Jehová y permitir que él controle su vida. Las fuerzas significan el intenso deseo de servir y obedecer a Dios por encima de nuestra propia voluntad. Los versículos 10-25 son una exhortación a la obediencia o fidelidad a Dios. Nuevamente Moisés exhorta al pueblo a ser fiel cuando entren a la tierra prometida y se vean rodeados de bienestar y abundancia. El versículo 12 dice: “cuídate de no olvidarte de Jehová”. Hay personas que cuando se encuentran en situaciones difíciles, como escases, enfermedad, problemas familiares, buscan de Dios con mucha perseverancia, orando en todo tiempo y estudiando las escrituras; pero una vez Dios les ha sacado de los problemas, se olvidan de él y nunca más lo volvemos a ver en la iglesia. Esto no es amar a Dios. A él no se busca solo para obtener beneficios. Él es mucho más que todo lo material que podemos obtener en este mundo.

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