Comentario bíblico Damián Méndez
Oye, Israel: tú vas hoy a pasar el Jordán, para entrar a desposeer a naciones más numerosas y más poderosas que tú, ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo. (Vs. 1)
El líder Moisés está concientizando al pueblo sobre los desafíos que van a enfrentar una vez crucen el Jordán. De aquel lado hay naciones muy numerosas, grandes y más poderosas que Israel. Con esas palabras está preparando al pueblo para que comprendan que lo que sucederá, cuando Dios destruya a esas naciones, no es obra de la fuerza del pueblo, ni porque sean un pueblo bueno, sino, que Dios ya ha desechado a esas naciones por su impiedad.
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Israel no se merece tal ayuda como si fueran un pueblo justo. No, no es por su justicia ni porque tengan un corazón recto que van a poseer la tierra (Vs. 5); sino que, aquellos pueblos ya habían sido desechados por Dios porque no eran personas justas.
Por
tanto, sabe que no es por tu justicia que Jehová tu Dios te da esta buena
tierra para tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú. (Vs. 6)
Moisés le pone las cosas claras al pueblo. Les
recuerda todas las veces que les habían fallado a Dios en su travesía por el
desierto. Y es que muchas veces, el pueblo protestó contra Dios y contra Moisés
diciendo que había sido mejor morir como esclavos en Egipto. Decían que Dios
los había llevado al desierto para matarlos.
Cargaban con ellos todos los recuerdos de Egipto, aun
cuando aquellos no eran para nada buenos. Llevaban en sus mentes al “poderoso toro
Apis”, dios de la fertilidad y miembro de la corte de los dioses de Egipto.
Cuando Moisés deja solo al pueblo, se construyeron un dios representado por un becerro
de fundición y lo adoraron. Dios iba a destruirlos a todos, pero Moisés intercedió
por ellos para salvarlos:
“Y me postré delante de Jehová como antes,
cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo
vuestro pecado que habíais cometido haciendo el mal ante los ojos de Jehová
para enojarlo.” (Vs. 18)
Moisés continúa recordándoles al pueblo toda su maldad
y sus pecados conque habían ofendido a Dios, para que el pueblo no se creyera
merecedor de las tierras que pasarían a poseer. Para que no se engrandecieran creyéndose
pueblo bueno y santo. Lo único que Dios estaba haciendo es cumpliendo con la
promesa que había hecho a Abraham, Isaac y Jacob, de llevar a su descendencia a
la tierra prometida. Moisés les dice:
“Rebeldes habéis sido a Jehová desde el día
que yo os conozco.” (Vs. 24)
Moisés termina recordándoles la oración que había
hecho al Señor por la cual fue escuchado y Dios perdonó al pueblo y no los
destruyó:
Oración
de Moisés
“Y oré a Jehová, diciendo: Oh Señor Jehová, no destruyas a tu pueblo y a tu heredad que has redimido con tu grandeza, que sacaste de Egipto con mano poderosa. Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires a la dureza de este pueblo, ni a su impiedad ni a su pecado, no sea que digan los de la tierra de donde nos sacaste: Por cuanto no pudo Jehová introducirlos en la tierra que les había prometido, o porque los aborrecía, los sacó para matarlos en el desierto. Y ellos son tu pueblo y tu heredad, que sacaste con tu gran poder y con tu brazo extendido.” (Vs. 26-29)


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